Es histórico. La mera historia, de nuestro barrio en su estado de flujo. Hay lugares donde parecería que no pasa el tiempo, siempre son iguales. Es icónico. Si cerramos los ojos y tratamos de crearnos imágenes de La Pequeña Habana, está allí, las mesas de dominó, los jugadores, en su mayor parte hombres de avanzada edad, en sus guayaberas, con sus tabacos y sombreros…y no nos olvidemos de las palmeras… Una reliquia entre reliquias, unos de los pilares fundamentales en la creación de un Latin Quarter aquí en la ciudad de Miami allá por los años ’60,’70.
El Parque Máximo Gómez se le conoce mejor como El Parque del Dominó. En pleno corazón de La Pequeña Habana, sobre la Calle 8 con la 15 Avenida del Southwest, entremedio el Cine Tower y el McDonald's. Fue fundado por un grupo de exprisioneros políticos cubanos después de la invasión a Bahía de Cochinos (en el 1961) sobre lo que antes era un lote de parqueo vacío. En 1976 es incorporado a la Ciudad de Miami. Desde entonces le ha tocado algún que otro rejuvenecimiento que en realidad poco o nada ha afectado pues el parque siempre luce igual.
Lleva el nombre del Generalísimo Máximo Gómez quien, nacido en República Dominicana, había encabezado a las fuerzas rebeldes cubanas junto a José Martí cuando Cuba logró independencia de España. Se dice que, si no fue primer presidente de Cuba, fue porque no quiso serlo. Se cuenta también que sobre estas mesas de Dominó se discutían y desarrollaban los planes para derrocar a Fidel Castro, pero sin la ayuda de la CIA. Es aquí en este parque que se mantiene viva una fuerte tradición caribeña que no es ningún juego.
Se supone que fueron los chinos que le dieron origen al juego de azulejos que se rastrea hasta los años 1100. Son los marineros italianos que traen el juego a Europa y en el siglo XIX, el juego del dominó a como lo conocemos se expande por todo el continente y luego de allá para acá. Uno se libera jugando al dominó. Es más que un simple juego de azulejos, es donde se socializa y se mantiene en alto un sentido de orgullo, no tanto en lo personal sino en lo colectivo, lo cultural. Es un patrimonio heredado por nuestros mayores, nos identifica este juego que ha pasado por los siglos y los mares para llegar hasta aquí.
El parque del Dominó es reservado para mayores de 55 años y para participar de los juegos debe tener carné de membresía. No se permite el juego “por intereses” y al parque se le respeta. Los visitantes son muy bienvenidos.
Se puede decir que el parque hoy en día cumple dos funciones principales. La primera de proveerles a los vecinos mayores de edad con un espacio público, al aire libre, diseñado y acondicionado a sus necesidades y sus anhelos. Pueden reunirse y manifestarse a través del juego y en un ambiente propio. Se puede venir en cualquier época del año y también hay mesas para jugar al ajedrez.
Su segunda función es la de una atracción turística, representativa tanto de La Pequeña Habana como de las migraciones antillanas a los Estados Unidos, principalmente la costa este. Al por mayor llegan visitantes todos los días ya sea en los bus de tours o por su cuenta propia. Y todos traen una cámara…
Aquí los miembros lo saben, participan no solo de los juegos también de las infinitas narrativas de los turistas en su paso por nuestra ciudad. Son serios a la hora del juego, se sueltan ágilmente para las cámaras fotográficas y son cálidos y carismáticos. Son conscientes de que ésta su tradición, su patrimonio cultural lleva in gran valor impuesto, que con “estar allí” y “el conectarse” forma parte de una historia mayor y de amplia magnitud, la del sueño americano que no es solo de trabajar sino también de gozar. Todo en lo que alguna vez pareciera un simple juego de mosaicos.
Darse una vuelta por el Parque del Dominó bien nos damos cuenta de la importancia de tener un centro recreativo de estas características para nuestros vecinos de mayores edades y qué podemos aprender de ellos. Es la historia de nuestras comunidades en esta Nación forjándose…. La historia la creamos día a día. ¿Me pregunto si en diez años de aquí todo o cuánto será igual? Los cambios demográficos, son agresivas y amenazan no tanto al parque, pero a sus miembros que viven en la zona. Los cambios siempre vendrán, pero cómo afectarán y a quiénes son incógnitas. Para mientras pensar en el día en que podré hacerme miembro también. ¡¡A esperar no más pues!!
Salud y ojalá hubiera El Parque del Dominó en esta misma esquina para muchas generaciones más.
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