Después de haber pasado más de la mitad de 2020, de repente nos hemos dado cuenta de que nuestra vida se ha transformado gracias a un virus llamado Covid-19 que incluso después de meses tememos.
Durante este tiempo, he tenido la oportunidad de aplicar mis conocimientos como epidemióloga y quedar enamorada de una manera absurda de una enfermedad que tiene a todo un planeta de rodillas. Mi apasionamiento poco entendido tal vez se debe a los diferentes matices que el COVID-19 que nos ha ido ensenando durante este tiempo.
La pandemia de Covid-19 es un momento histórico no solo porque es la primera pandemia del siglo XXI, sino por ser un evento repetitivo. Hace un poco más de 100 años atrás la humanidad estaba luchando con un enemigo parecido, con una naciente salud pública y un mundo consternado por la primera guerra mundial. Esta vez, la salud pública es una dama madura que comparte sus conocimientos con colegas y sin afán de ganar gloria está dando lo mejor de sí para salvar a su querida población mundial. Al contrario de hace un siglo no nos encontramos en una guerra desángrate con bandos enemigos, nos enfrentamos ahora a la politización, la desinformación y el fanatismo que pueden ser tan letales como la misma guerra.
El COVID-19 nos ha demostrado por otro lado lo vulnerable que somos aun los seres humanos, y a su paso aterrador no ha discriminado clases sociales, fronteras, edades, nivel educativo, ni razas. Vivimos en una carrera contra nosotros mismos, el tiempo, la sabiduría y la misma naturaleza. Ese desenfreno por poseer más, saber más, conquistar mas; nos había separado de nuestra verdadera humanidad. Esta enfermedad nos dio una dura lección de humildad, ahora los abrazos, la familia, las reuniones lo simple y cotidiano se ha vuelto nuestro mayor tesoro. También tengo que destacar que pulió nuestras mejores destrezas como son: la solidaridad, la compasión, la verdadera comunicación y la empatía.
Por supuesto, no puedo cerrar esta nota sin mencionar el aspecto medico de esta pandemia. Rutinas básicas casi olvidadas han pasado a ser nuestras mejores armas de defensa. Lavarnos las manos frecuentemente y no tocarnos la cara junto con el distanciamiento social y el uso de las mascarillas faciales son parte de una rutina que interrumpió nuestras vidas, pero ya es parte de nuestra cotidianidad.
Continuemos siguiendo las normas para que todos aquellos que han sufrido el mayor impacto durante esta pandemia pueden resurgir con nuestro apoyo más fuertes que nunca. Con la seguridad de que volveremos a nuestras tertulias, nuestro café con amigos y al abrazo colectivo que todos extrañamos. Para obtener más información sobre los esfuerzos de Miami Dade durante Covid-19, visite el sitio web del condado de Miami Dade y algunos centros de pruebas a su disposición.
Quiero agradecer a Calle Ocho News por la oportunidad de colaborar e informar si tiene alguna pregunta, no dude en comunicarse conmigo directamente en dgarces@mdc.edu.
Este artículo fue escrito por Dra. Dadilia Garcés Mejía
Medico Epidemiólogo, Profesora Miami Dade College
Add Comment