Descubra tres pasos transformadores, basados en investigaciones recientes, que pueden ayudarlo a crear vínculos seguros y duraderos en sus relaciones.
Crear relaciones seguras es esencial para el bienestar emocional, pero muchas personas tienen dificultades debido a patrones de apego arraigados que se forman temprano en la vida. Su estilo de apego, ya sea seguro o inseguro, determina cómo se conecta con los demás e influye en sus relaciones románticas.
Afortunadamente, un estudio de 2019 publicado en el Journal of Marital and Family Therapy ofrece esperanza para quienes buscan un cambio. El estudio explora el recorrido de personas con estilos de apego inseguro que desarrollaron con éxito relaciones más seguras y satisfactorias.
Siga estos tres pasos:
Ser intencional en las relaciones
El estudio reveló que la intencionalidad es clave para desarrollar un estilo de apego seguro. Los participantes que transformaron con éxito sus patrones de relación hicieron un esfuerzo deliberado y consciente para liberarse de los ciclos dañinos de comportamiento. Esta intencionalidad requirió autorreflexión, reconocer viejos patrones y tomar decisiones consistentemente que se alinearan con sus objetivos para tener relaciones más saludables.
Un aspecto fundamental fue la búsqueda de “figuras de apego sustitutas”, personas que modelaran relaciones seguras y saludables. Ya fueran mentores, amigos, terapeutas o incluso miembros de la comunidad religiosa, estas figuras ofrecían ejemplos positivos y reforzaban la posibilidad de conexiones seguras.
Para muchos, desarrollar amistades sólidas y recíprocas les ayudó a ver que no todas las relaciones son inseguras. Un participante mencionó que desarrollar amistades recíprocas, en lugar de amistades unilaterales, les ayudó a darse cuenta de que no todas las relaciones eran inseguras.
Remodelar su autoestima
El crecimiento interno jugó un papel importante en la transformación de los participantes. El estudio mostró que un cambio positivo duradero requería cambios internos a nivel cognitivo, emocional e incluso espiritual. Esto a menudo significaba desafiar creencias arraigadas y reelaborar su sentido de identidad y autoestima.
Muchos participantes tuvieron que alejarse de una “mentalidad de víctima”, en particular si habían experimentado traumas o negligencia en la infancia. Tuvieron que dejar de verse a sí mismos como víctimas impotentes de sus circunstancias. A medida que asumieron la responsabilidad de sus acciones e interacciones, ganaron fuerza y resiliencia, lo que les permitió abordar las relaciones desde un lugar de seguridad.
Para algunos, este proceso implicó superar las dudas sobre sí mismos y replantear las debilidades como fortalezas. Al cambiar su mentalidad, los participantes pudieron reconocer su valor intrínseco y entablar relaciones más saludables. Un participante reflexionó que después de darse cuenta de que tenían valor independientemente de los demás, decidió invertir su tiempo y energía en personas que también los apreciaban.
Crear activamente relaciones más saludables y seguras
Finalmente, los participantes en el estudio tomaron medidas activas para sanar heridas pasadas y reconstruir la confianza en el amor. Esto a menudo significó enfrentar problemas no resueltos con los primeros cuidadores. Muchos trabajaron en un proceso de perdonar a sus padres o comprender las limitaciones que llevaron a las inseguridades de sus padres. Esta nueva perspectiva permitió a los participantes avanzar y crear relaciones más equilibradas y seguras.
Recuperar la confianza en las relaciones también significó estar dispuesto a asumir riesgos. Los participantes se abrieron a nuevas experiencias, se involucraron en comunidades y se permitieron ser vulnerables. Si bien esto fue un desafío al principio, resultó crucial para desarrollar la seguridad emocional. Un participante señaló que al darse cuenta de la incapacidad de su madre para confiar en los demás, decidió que no quería seguir el mismo camino y que esa conciencia condujo a un cambio personal.
El estudio enfatiza que construir una relación segura no sucede de la noche a la mañana: es un proceso que requiere paciencia, autoconciencia y la voluntad de crecer. Pero con cada paso adelante, pueden ocurrir cambios positivos significativos, sentando las bases para una seguridad emocional duradera.
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