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Guillermina, la abuela de La Pequeña Habana

En esta 1ª edición de 2019, de nuestro periódico Calle Ocho News hemos elegido comenzar una serie de artículos llamados Las mujeres y los hombres de la Pequeña Habana. Las personas que destacaremos en nuestra publicación tienen mucho que ver con hacer de La Pequeña Habana lo que es hoy. Algunas personas piensan que solo se trata de las tiendas de café, comida y cigarros que se encuentran allí, pero eso no podría estar más lejos de la verdad.

La verdad es que la Pequeña Habana no sería lo que es hoy sin la gente que hace el famoso café, los rodillos de los cigarros aromáticos y, por último, los cocineros de la increíble comida que lo hacen ser lo que es. Queremos dedicar la primera edición del 2019 a la 1ª mujer de La Pequeña Habana Guillermina Hernández.

Mensaje a Guillermina

Guillermina queremos agradecerte mucho por ser la abuela del barrio. Gracias por ser como eres. Su espíritu es de lo que se trata este vecindario, por lo que le agradecemos desde el fondo de nuestros corazones por todo el AMOR que nos muestra a cada uno de nosotros todos los días. Eres una persona hermosa por dentro y por fuera. Tu tenacidad y consistencia son más que admirables.

Te amamos…

Guillermina smilingAcerca de Guillermina

Guillermina Hernández es la matriarca de Los Pinareños, el único mercado de frutas al aire libre en la Calle Ocho. Se mudo a Miami de la zona campestre de Pinar del Rio, junto a miles de menores de edad no acompañados bajo la Operación Pedro Pan en la década de los 1960s. A diferencia de muchos de esos niños, Guillermina eventualmente se reunió con sus padres, una familia de campesinos.

Hoy, mientras el aroma de piñas, mangos y plátanos empieza a calarse en cada rincón de la frutería, Guillermina comienza a contar la historia de esta. Por un tiempo esta misma frutería perteneció a una familia jamaicana, luego a una familia judía a la que su padre la alquilaba hasta que finalmente la compró en 1967. Me muestra un retrato antiguo de su suegra frente a la Frutería Los Pinareños antes de que esta fuera incendiada en 1995. Con nostalgia me explica que el edificio perdió sus toldos originales en el incendio, y cómo eventualmente fue reconstruido.

Cada esquina del mercado es darle vueltas al pasado. Encuentras una máquina de escribir colocada al lado de una máquina de coser, y un viejo teléfono rotatorio ubicado entre dos crucifijos. De vez en cuando mientras hablamos, la mirada de Guillermina se desvía como si estuviera buscando a alguien; tal vez al que por años fue su fiel compañero de negocios– su difunto esposo, Ángel Hernández. Guillermina sigue haciendo su galardonado cafecito, al cual ella llama señal de su amistad, y explica que La Pequeña Habana ha demostrado que aún sin nada los inmigrantes saben prosperar.

A ella le gustaría que eso nunca cambie. "Cambiar a La Pequeña Habana seria desplazar a una entera tradición".

Escrito por: Lia Seirotti

Lia.seirotti@gmail.com

Esta pieza se escribió originalmente como parte del proyecto: Little Havana Me Importa: Los lugares y las caras que definen un vecindario para el National Trust for Historic Preservation; https://savingplaces.org/places/little-havana

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